“Plantas, minerales, agua y también objetos de nuestro entorno tecnológico, la llamada tecnosfera, como los cables, los marcos metálicos, los altavoces o los monitores, se combinan para formar un mecanismo enredado. En el proceso confluyen diversos lugares, tiempos y sensibilidades (...) Los diferentes elementos reaccionan entre sí como cuerpos energéticos. Se sirven mutuamente como amplificadores y micrófonos, y así alcanzan un nuevo tipo de percepción y legibilidad.

Una piedra de cuarzo se envuelve con alambre de cobre, convirtiéndose en una antena que nos permite escuchar espectros y voces. Las plantas se convierten en cables que transmiten energía. Como bioindicadoras, su sensibilidad a ciertas combinaciones nos habla de cómo están constituidos los lugares: las ortigas, por ejemplo, crecen en suelos desfavorecidos, mientras que sus efectos analgésicos insinúan las posibilidades de curar el cuerpo humano y también la tierra como cuerpo.

Los elementos tecnológicos y biológicos entran en una simbiosis que muestra su complejidad y sensibilidad más allá de su reducción a recursos explotables. En una especie de comunicación alquímica, los distintos elementos se hacen tangibles como cuerpos sensibles. Los visitantes pueden interactuar con estos elementos y sentirse parte de este sistema de comunicación en el que las formas de expresión tecnológica, vegetal y humana se cruzan y combinan para crear un nuevo mundo de conexiones y signos...”

Bettina Korintenberg - ifa Galerie Stuttgart 

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